La cerveza es un producto de la fermentación de una mezcla de agua, cereales y lúpulo. Su nivel de alcohol es bajo (entre el 4% y 7% del volumen) y contiene un 4% de carbohidratos en forma de maltodextrinas, que se metabolizan lentamente, liberando la glucosa al torrente sanguíneo de forma lenta.
Existe la creencia errónea que una persona que esté siguiendo una dieta de adelgazamiento no puede beber cerveza. Lo cierto es que al contener muy poca graduación y gracias a su alto contenido en vitaminas y minerales puede ser consumida de forma moderada dentro de una dieta equilibrada y así disfrutar de todas sus virtudes.
La cerveza no engorda
Según un estudio del Instituto de Ciencia y Tecnología de los Alimentos y Nutrición (ICTAN) los consumidores habituales y moderados de cerveza tienen una composición corporal más adecuada que aquellos que no la consumen.
En dicho estudio se realizó un experimento con un grupo de voluntarios que durante 10 semanas mantuvieron sus hábitos de alimentación habituales incluyendo el consumo moderado de cerveza tradicional o sin alcohol. Se tuvieron en cuenta una serie de indicadores relacionados con el peso corporal, como la práctica de ejercicio, la variación del peso, de la masa de grasa y corporal.
Los investigadores notaron que los voluntarios que habían consumido cerveza, tanto normal como sin alcohol no sufrieron modificaciones en la circunferencia de la cintura, la cadera o el brazo y que su peso corporal se mantuvo igual.
Existen otras investigaciones como la publicada en la European Journal of Clinical Nutrition, que señalan que el aumento de la masa corporal que podría apreciarse en algunos bebedores de cerveza no se debe a la bebida en cuestión sino a otros factores, como un estilo de vida poco saludable, unos hábitos de alimentación incorrectos o a la influencia de la genética.
De hecho, la Sociedad Española de Dietética y Ciencias de la Alimentación asegura que el consumo de cerveza no solo no engorda, sino que tiene efectos positivos para la salud. Esto se debe a que es un alimento sano, elaborado a partir de ingredientes 100% naturales como el agua, los cereales, el lúpulo y la levadura.
En general, para no engordar la receta es sencilla: hay que evitar los excesos, no comer ni beber demasiado y moverse lo suficiente. En el caso de la cerveza podemos escoger la que engorde menos (suelen ser las de menos alcohol). También hay que tener cuidado con los carbohidratos o las tapas en general y es importante no pasarse con las rondas.
Que el consumo sea moderado es muy importante ya que el alcohol en bajas cantidades produce un efecto represivo sobre el metabolismo de la grasa, reduciéndola y ayudando a regular la presión arterial. Se considera un consumo moderado 1 cerveza/día en mujeres (33cl. / 10-12 g. etanol) y 2 cervezas/día en hombres (66cl. / 20-24 g. etanol).
La barriga cervecera
También existen estudios que descartan la cerveza como la única causa de la aparición de la mal llamada barriga cervecera. Se trata de una relación que se ha negado una y otra vez por la comunidad científica. La investigadora Vanessa Torres, del Cuerpo Superior Facultativo de Instituciones Sanitarias de la Junta de Andalucía lo explicaba en su artículo “Obesidad abdominal atribuida al consumo de cerveza ¿realidad o mito?”.
En dicho artículo, se afirma que de hecho, existe una relación inversa entre el consumo moderado de alcohol y la ganancia de peso. El “problema” de la cerveza es que el grupo de población bebedora, aficionada a un consumo social y elevado también tiene tendencia a un mayor sedentarismo y a consumir comida poco saludable.
Los problemas que se asocian al consumo de cerveza, como la barriga cervecera, no son consecuencias directas de un consumo moderado, sino de los malos hábitos alimenticios y de la falta de ejercicio. En realidad la cerveza es una de las bebidas más recomendadas para consumir durante una comida, en vez de refrescos carbonatados que lo único que hacen es aportarnos calorías vacías. ¡Salut!
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